Él descorchó la botella, Llenó las dos copas y quiso brindar Con el chin-chin la congoja De verse tan sólo invitaba a llorar. Luego en la frágil penumbra Su torpe ternura no supo explicar Que no eran gotas de lluvia Lo que resbalaba de su lagrimal. Soy un bandido que no sabe amar Siempre escondiendo su soledad. Que alguien me adopte y me sepa educar, Tengo emociones sin estrenar. Se taponó las orejas Pues no soportaba ni el ruido ambiental. Tiró a la calle un espejo Por no acompañarse en la debilidad. Pensó coserse los ojos, Tirarse en la alfombra a esperar el final, Pero empezó otra botella Y las luces del alba le hicieron llorar.