¿Cómo será la noche de la fe? El día que al repicar el sol en los cristales pueda musitar: Manuel, te habías equivocado; esa mano cruel y poderosa, a la que en tu locura prejuzgaste, era "sabia", como te dijo aquel fraile, y cuando apostilló: "es terriblemente justo" sus palabras ampulosas no mintieron. A lo mejor resulta que yo soy un condenado materialista de los que reventaban a Jesús, el insatisfecho Jesús Nazareno, porque se me dispara el cerebro y hago números por comprobar palpablemente la evidencia de nuestra injusta sociedad. ¿Cómo será la madrugada de la igualdad? ¿Madrugaremos todos o no será preciso arrastrarse a una oficina o a una zanja? Los hombres que nos rijan ¿harán falta?, serán hombres rebosantes de pureza, de idealismo. Os juro que no me importaría; al contrario, sería un gran orgullo, que nuestra piel de toro fuese rebautizada ese gran día, con el hermoso imposible: igualdad. Se harían nuevos himnos ¿o no habría himnos? si no hay que alimentar mitos, sobran los himnos. Se reformarían los mapas y nuestro adjetivo u realidad serían ejemplo ante los otros... y es posible que más de un fiero idealista nos siguiese entre todos, culminar la gran obra: cambiar el mundo. Poder ofrecerle al creador algo tangible, decirle: esto nos diste y entre todo esto nos levantamos; ha habido dos o tres o cien mil que se negaron... Tú ya sabes lo que hicimos con ellos. Seguramente al ver nuestro valiente ejemplo levantado, rectificaría sus planes, dejándonos vivir independientes de su mano sin perder de vista nuestros pasos. Esa hermosa madrugada, me arrojaré por la ventana en oblación al rey y así recriminarle: la cantidad de angustia y soledad que almacenó en el hombre.