Que repiquen las campanas que se abran todos los brazos, que está de nuevo en Asturias, que está aquí nuestro paisano. Como no iba a resentirse tu corazón miliciano de ganar libertad por el monte paso a paso. No fueron años gloriosos ni tampoco de fracaso no conocía tu nombre ni el de más cercano trato. Dieron órdenes concretes de buscarte sin desmayo, debe ser duro vivir escondiéndose a diario. De aldea en aldea andabas burlando a quien te buscaba, durmiendo por los pajares, desapareciendo al alba. Fuiste escribiendo esa historia que aun no ha quedado cerrada, años de guerra y de cárcel cimentaron la alborada. Basta mirarte a la cara hasta escuchar tus palabras: sobre la muerte y el odio no se levanta una patria. Ni humillados ni vencidos, ni cobardes ni canallas, será esta tierra de todos los que quieran mejorarla. Que repiquen las campanas que se abran todos los brazos, que está de nuevo en Asturias, que está aquí nuestro paisano. Con su nombre y apellido y empujando el mismo carro hasta las piedras, si hablaran, hablarían bien de Horacio.