Casi todo está muerto En el cuarto de la abuela. Hasta la gata mira con ojos de perro pateado La chirriante escalera, El azul desvaído de la colcha. El reloj, a su paso, martillea los cuartos, Tiene la sonrisa triunfal de la agonía. En otro cuarto, al lado, Dominando la mesa, la botella. El rutinario gesto del que llega Y pregunta por ella. El misterioso acento de su queja Mientras el nieto busca Al viejo cura en la taberna. Y el inútil despecho de la hija a su vera ¿de qué se queja la abuela? Casi todo está muerto En el cuarto de la abuela Sólo nos queda ella.