No me pidas más que yo no puedo darte casi nada; sólo incomprensión, quizá de vez en cuando una patada. No me juzgues mal ya sabes que detesto tu bondad. No me pidas más que ya de sobra sé cual es tu precio; una Navidad en Méjico pagué quinientos pesos; cuando te salvé de aquella jaula donde te encontré. Te quitamos pulgas y te dimos de comer; luego en un enfado devoraste un rodapié; si te refugiaste con las drogas y el alcohol; yo qué culpa tengo si te sientes inferior. No te puedo odiar porque eres de una raza indefinida; llevas en la piel mil cruces de pasiones prohibidas; en aquel cartel decía que eras un puro maltés. Debo ser cruel no puedes engañarte por más tiempo; debo hacerte ver que no quiero cruzarme con un perro; imposible amor el que nació una tarde entre tu y yo.