Y ahora cantan los venenos En la garganta del ángel. Que no muere por no saber Que no está bien su libertad. Nadie le quiere decir Que debería dejar de bailar. Era un ladrón inocente Que ni veía el castigo. Ahora el juego es confundirse En el disfraz del nuevo dios. Que ha bajado a los infiernos Para olvidar su soledad. Nadie le quiere decir que debería dejar de bailar. Había un único peligro: El borde cruel de la memoria.