Recuerdo ir de tu mano, con un alba condescendiente. El sol, dadivoso, me entregaba tu mejor perfil. Fueron horas descubriendo tras tu corazón de marfil, los destellos de grandeza de un aura diferente. Lo que daría por sentir nuevamente ese alborozo. Dar luz al sortilegio que perpetra tu sonrisa colosal. Sonrisa que alcanzaba su apogeo en aquel baile demencial robusteciendo mi entusiasmo, segundear a un beso hermoso. Hoy lamento no confiar en un presagio sideral, que gritaba con empeño que elimine aquel mal. Los cobardes pagan cara la desgracia de desearse idealizados, aún cuando se acaba la magia. Flores sugiere ser temible por las madrugadas. Pero vaya si no es ésta paradoja singular: fue el quinto piso paraíso al 2100 de la calle Yerbal. El lugar donde la paz dio con mi suerte obnubilada. Me figuro en tu cuarto con los ojos apagados. Tu aroma secuestrando mi interior, doblegando mi piel. El ángel gris, tras la ventana, no entendiendo, colmado de hiel. Retorciéndose de envidia, de nuestro sueño agraciado. Hoy lamento no confiar en un presagio sideral, que gritaba con empeño que elimine aquel mal. Los cobardes pagan cara la desgracia de desearse idealizados, aún cuando se acaba la magia. Creo superfluo, pero menester, esta copla a tu saber. Y estampada en tu memoria mi revelación: Reverencio tu silueta, porque es mi mejor canción, porque es mi mejor canción, porque es mi mejor canción, porque es mi mejor canción... Sos mi mejor rock and roll!