Con mis años ya corridos, como fichas de escolaso Sin haber tenido nunca un buen puerto donde anclar Así crucé por la vida, llevando siempre a mi paso La esperanza de que un día me llegase a acomodar Es triste sentirse sola, campaneándose al espejo Y ver dos hebras de plata sobre las sienes posar Llorisqueando, arrepentida, no haber seguido el consejo De que la vejez avanza, no te dejes madrugar Yo al revés de muchas otras que gastan el vento en joyas En tapados petigrises, carreras y cabaret Traté de formar un nido donde añorar mis memorias Donde tener, si me enfermo, con que abrigar mi vejez No en vano he sufrido tanto, qué hasta las fibras del alma Si las partiese ni sangre, de amargadas, me darán Si a solas con mi tristeza, que a menudo me acompaña Cuántas veces he cantado por no ponerme a llorar Yo nunca confié en mi suerte, ni en amigos, ni en amigas Ni en chamuyos fantaseados que abatatan la razón Y entré a caminar despacio, como lo hacen las hormigas Sin tener más consejero que mi propio corazón Las luces de la milonga Jamás mis ojos cegaron Y el tango, el bendito tango, a quien canté con amor En vez de ser mi desdicha, como muchas lo culparon Fue mi bandera de aliento para luchar con honor