Voces de bronce Llamando a misa de once Entonces tú tenías Dieciocho primaveras Yo veinte y el tesoro Preciado de cantar En un colegio adusto Vivías prisionera Y solo los domingos Salías a pasear Del brazo de la abuela Llegabas a la misa Airosa y deslumbrante De gracia juvenil Y yo te saludaba Con mi mejor sonrisa Que tu correspondías Con ademán gentil Cuántas promesas galanas Oyeron graves campanas En las floridas mañanas De mi dorada ilusión Eché a rodar por el mundo Mi afán de glorias y besos Y hoy solo traigo al regreso Cansancio en el corazón