Callejas que agonizan queriendo naufragar en turbios fondeaderos de barro, nada más... la noche se eterniza clavada en un zanjón. el muelle solitario se funde en el alcohol... La página ignorada no arrulla la canción, (inspiración de poeta que abarca el callejón), vencer todo el pasado... quimera de no ser, ¡volver a ver las calles es como no volver...! Algún bar la nombra en una canción... se rompe en un vaso toda una ilusión... en la oscura mesa que pierde el rincón donde traza el vino de algún rostro su dolor. Siempre el mismo cielo dibuja un farol... con las mismas sombras que no faltarán en las mismas calles que me llevarán cuando el cielo mismo me pierda en un bar... Los barcos que se alejan ansían regresar buscando lo que dejan las calles sin final... apenas si molesta la voz del acordeón, sonata de los mares que muere en un rincón. Las mesas no conversan, escuchan el rumor de voces que se enfrentan detrás del mostrador... el bar siempre es el mismo: hollín, humo y alcohol... un triste fondeadero que alegra el corazón...