Es la historia de un oasis o de un monte. Es la historia de Chile, compatriotas. Angol me espera. Me espera Paine y su atardecer anaranjado. Me espera Iquique y sus masacres. Me espera Buín, Pomaire, las cuelgas de mariscos de Chiloé. Tú también Chilllán, embravecido y arrasado. Hermano, tú también; que descargas camiones en Quillota: quítate ese saco que cubre tu cabeza y hazme señas. Frente a ti paso, frente a Tal-Tal, doblando aquel recodo me esperas tú también, amigo pirquinero. No hablemos de los próceres, nombrémoslos apenas. Hablemos de ti y de mí, de pueblo a pueblo. Nuestra historia ha corrido como el metal de Chuqui en manos extranjeras. Hagámosla nuestra, digámosla nosotros. Rodríguez, Galvarino, Lautaro, Recabarren, del pueblo vienen. En el pueblo han inscrito sus acciones.