Como ya sabes, vengo de la noche de los tiempos acudiendo a la llamada de tu carne intransigente y me adueño sin tardanza del furor de tu deseo porque con el tiempo no puedo contar. Como ya sabes, llego desde el faro atormentando los temblores de tu vientre que abriré sin miramientos porque quiero perpetuarme en el torrente de tu sangre y escanciar en tu memoria los gemidos del amor. Porque he decidido crucificarte en un leño y guardarte firmemente en el forzoso cautiverio y obtener seguramente cada noche to agonía y escuchar el balbuceo de tu boca ya domada para que nunca olvides el hallazgo de este sol que cubre de claridad tu acontecer pero trae hasta ti la noche de los tiempos. Ocuparé el espacio de tu pecho palpitante repletándolo de mieles y de acíbares perversos acunando entre mis manos tu corazón sudoroso para desatar la audacia de mi amor.