Nos quedamos mirando con ansia y pena y fueron nuestras manos una cadena, una cadena que cortamos guardando todo reproche para que al fin te fueras dejando noche, dejando noche. Y así partiste y ahogué en mi boca los sufrimientos, y te perdiste tras monte y roca como los vientos. Hoja seca de otoño, paloma muerta que en los brazos del viento rondas mi puerta, rondas mi puerta mas cuando te persiguen los brazos míos caen mis manos solas en el vacío, en el vacío. Ay, ay, tu gracia, ¿a quién da vida con pena y gloria mientras te vacías por una herida de mi memoria?