Déjame ser el hombre que te abrirá en ventanas Llenas de luz amada, completa y diferente. Déjame ser tu sombra, tu escala, tu estatura, Y completar tu boca con mis labios ardientes. Déjame ser el aire que respiras temblando Y el fuego del sol que arde en tus pechos candentes. Déjame que reciba tu vida en pleno orgasmo Pero no te me vayas con viaje indiferente. No me dejes, no me hagas morir enamorado, Ni pidas que se pierda tu mano que me alumbra: Mi corazón no admite los instantes robados Porque has sido hasta ahora el sol que me deslumbra. Déjame ser el río que moja tus rodillas, Tu sexo, tus caderas, con agua encandilada. Déjame ser el bosque que te acoge temblando Y la hojarasca donde reposa tu pisada. Déjame ser el lecho en que tu cuerpo duerme Y el lugarcito donde te apoyas en la almohada. Pero no me abandones como a un perro perdido En esta noche hambrienta, bestial y enamorada.