Es duro tener que decirnos palabras amargas que nunca buscamos, y darnos la mano y marcharnos por negros caminos que tragan y matan. Al menos, si me has comprendido, sin viejos rencores podrás recordarme, que es raro el olvido y no basta bifurcar los rumbos sin mirar atrás. Si crees que contra la muerte el tiempo implacable volverá a juntarnos, aprieta mi mano y partamos entonces vaciando de sombras la puerta. Si no, mírame con fijeza y graba en tus ojos la cara que amaste, que ya no nos unen ni cielo ni tierra en la larga noche que hemos de vivir. Al hombre le duele la vida, le duele la muerte, le duele la nada; y en vez de cuidar sus pasiones, de ahogar su impotencia, mata lo que ama. Por eso, si tras de la muerte tú crees que el tiempo volverá a juntarnos, aprieta mi mano y partamos entonces vaciando de sombras la puerta. Si no, mírame con fijeza y graba en tus ojos la cara que amaste, que ya no nos unen ni cielo ni tierra en la larga noche que nos va a cubrir.