(Canción II de "Cantares del mito americano") Viene el coronel Buendía, con el hielo entre las manos, y cantando su alegría baten el cobre dos mil gitanos. Una muchacha encendida danza bajo el sol de fuego y bebiendo su aguardiente la mira un muchacho ciego. La polvorienta higuera que está de pie en el centro del huerto mudo abriga la siesta encadenada de un feudal caballero desnudo. Ay, una niña envuelta en su tul vuela en silencio desde su lecho para alimentar con su vuelo azul doce luceros con sus pechos. Se va el coronel Buendía, con las manos sobre el hielo, y a su paso va dejando caer los años del desconsuelo. Estos años que han pesado como siglos de verdad y que la gente ha llamado "Cien años de soledad".