Tom: D D A Fueron treinta monedas Bm F#m que cobró quien te entregó, G D A el equivalente a tu crucifixión. Sólo treinta monedas del que se sirvió después de vos, la corona de espinas, todo tu dolor. G A Bm Yo no quiero ser como Judas que te entregó, G D A a esas treinta monedas, a tu flagelación. G A Bm No me dejes ser como Judas que te entregó, G D A ni por treinta monedas, ni por nada, ni por nada. Treinta trozos de plata, ¿cuánto valen en Tu Reino? ¿Cuánto suman para el tiempo eterno? Treinta pobres monedas pueden llegar a tentarte, pero nunca van a resucitarte.