Pues me han llamado, y sin saberlo, ay, tus ojos claros. Y sin quererlo tú, me han derrotado. Y allí donde es más clara su luz soy vulnerado. Y no soñé jamás que una victoria tornara mi sino afortunado, que el perder de esta forma no es afrenta si no suave destino deseado. Con blanda espada soy, qué dulcemente traspasado. Mas yo sabré responder, a ese llamado, que ya me puedo morir si en tu mirada yo soy resucitado.