Me sentí incómodo en tu regazo pero estaba allí. Caminé contigo, me molestabas mucho, pero estaba allí. Luego llegó la paz, esa paz llena de mentiras, y viví cinco minutos, tiempo escaso para ti, y viví cinco minutos para ti, nada más. Luego sueños, ansias, anhelos y el dolor terrible de la verdad. Ya ahí, no me conocían, ni ríos, ni llantos, ni penas, sólo paz, sólo ese ser desconocido: yo.