A ratos de tu cuerpo brotaba la alegría iluminaba todo con la luz de harina. A ratos la tristeza brotaba de tu cuerpo y todo lo anochecen sombras de fuego. Por largas avenidas a ratos caminamos; dices que un tren oscuro te anda llamando. Lumbres enloquecidas me dices que te llaman No mires nunca, niña, pozos sin agua.