Una vez zarpó un navío con una bandera que la historia de su pueblo le tejió y en ella escribió su timonel el rumbo firme de su fe: Salir y llegar, llegar y luchar, luchar y luchar hasta vencer. Parecía una cáscara de nuez a la deriva, parecía un pequeño barco de papel, pero hacia el mar lo lleva un afán sin miedo de la tempestad. Salió y llegó, llegó y luchó, luchó y luchó hasta vencer. Nada lo ha detenido ni lo va a detener. Se lo traga una ola y vuelve a aparecer, hay que ver. Con la vela hinchada por el aire de cien pueblos sigue navegando sin retroceder buscando la paz, en cualquier mar con su divisa, con su fe.