Una carta de mi Dios me trae cada amanecer, con promesas ya cumplidas, con proyectos por hacer, con esperanza, con vida intensa, con su protección segura y su mirada tan tierna. Una carta de mi Dios me trae cada amanecer, con caricias y con gestos que me hacen sentirme bien. Muchas palabras animan mi caminar. Y con una mano amiga, que suave me ayuda a andar. Una carta de mi Dios me trae cada amanecer, con fotos de mis hermanos, de cómo los puedo ver, de corazón los querré, y alguno que aún no es cercano, poco a poco acercaré. Una carta de mi Dios me trae cada amanecer, con confianza en estos días, con muy poco que perder. Con fuentes, de balde, con leche y con miel. Si no encuentras hoy tu carta, la perdiste sin querer. Recibe carta de Dios cada día al amanecer, te llegue a tu corazón si tú la quieres leer.