Hubo una vez una niña en la esquina de mi infancia que le gustaba jugar a que formaba una banda "dale que yo soy el piano..." "y yo soy la batería..." y en libertad la música crecía. Pero lamentablemente nos oyeron los que saben y quisieron nuestro juego encasillar. Repartieron instrumentos nos pusieron un maestro y nos enseñaron a jugar... A jugar a Antón Pirulero y que cada cual atienda su juego y el que no una prenda tendrá. Y aquel inocente juego sigue aquí grabado a fuego. Y aquella banda quedó partida en bandos opuestos. Unos vamos a Berlín-Berlín para cumplir nuestras prendas y los otros perfeccionan el "sálvese quien pueda". Basta ya de Antón Pirulero quiero atender tú juego y mi juego busco un juego común al mundo entero.