Los recuerdos me llevaron al cotorro que dejara desde que te fuiste vos... En la mesa, flores secas y tu zorro recordándome la tarde sin adiós. Todo estaba como cuando te marchaste nada vino su encanto a deshacer... Ni aun la carta tan cruel que me mandaste como pago de todo mi querer. Lucecita, lucecita de mi vida, que me dejaste la herida de un extraño sinsabor; lucecita, lucecita, mi querida, que se apagó y en mi vida ya no existe más amor. En el aire aún se respira tu perfume y a mi lado yo te siento palpitar, y en la horrible obsesión que me consume hasta creo que el timbre ha de sonar... Tu regreso yo sé que espero en vano, que tu vida otro rumbo ha de llevar... Sin embargo ¡qué quieres!, es humano que yo espere tu vuelta sin cesar.