No bebo para olvidar se me olvida y no me acuerdo ¿dónde dejé la botella? ¿y dónde está tu recuerdo? ¿lo dejé del lado izquierdo o en la punta de una estrella? Entraron diez elefantes invitados a la fiesta. Eran rosas y celestes montados en una taza. Era una manada escasa como de Berlín del Este. Eran rosas y celestes ¿o eran verdes y amarillos? Y yo ya acabé de estar me voy a otras latitudes. Tomo las de Villadiego y no quiero que me ayudes. Me largo de este festejo no me ayudes... ¡yo manejo! Dame las llaves, te digo, me siento perfectamente. No vaya a decir la gente ya ves cómo son, ya sabes, tú vente discretamente y no me jodas... ¡yo manejo!. Fui derechito a mi casa manejé como una reina pero desperté en Gayosso siendo yo la de la fiesta. Me enterraron con las llaves y una botella de añejo. Y en mi epitafio pusieron: NO ME CHINGUEN, ¡YO MANEJO!