Glaciares, soles de plata, olas perladas, cielos de brasas! naufragios odiosos en el fondo de golfos oscuros donde serpientes gigantes devoradas por alimañas caen, de los árboles torcidos, con negros perfumes Yo hubiera querido enseñar a los niños esos dorados de la ola azul, los peces de oro, los peces cantores Las espumas de las flores han bendecido mis vagabundeos y vientos inefables me dieron sus alas por un momento A veces, mártir cansada de polos y de zonas la mar cuyo sollozo hizo mi balanceo más dulce elevó hacia mí sus flores de sombra de ventosas amarillas y yo permanecía, al igual que una mujer, de rodillas... Casi isla, quitando de mis bordas las querellas y los excrementos de los pájaros cantores de ojos rubios Y yo bogué, mientras atravesando mis frágiles cordajes los ahogados descendían a dormir, reculando O yo, barco perdido bajo los cabellos de las algas arrojado por el huracán contra el éter sin pájaros yo, a quien los Monitores y los veleros del Hansa no hubieran salvado la carcasa borracha de agua Libre, humeante, montado de brumas violetas yo, que agujereaba el cielo rojeante como una pared que lleva, confitura exquisita para los buenos poetas líquenes de sol y flemas de azur Yo que corría, manchado de lúnulas eléctricas tabla loca, escoltada por hipocampos negros cuando los julios hacían caer a golpes de bastón los cielos ultramarinos de las ardientes tolvas Yo que temblaba, sintiendo gemir a cincuenta leguas el celo de los Behemots y los Maelstroms espesos eterno hilandero de las inmovilidades azules yo extraño la Europa de los viejos parapetos Yo he visto los archipiélagos siderales! y las islas donde los cielos delirantes están abiertos al viajero Es en estas noches sin fondo en las que te duermes y te exilas millón de pájaros de oro, oh Vigor futuro? Pero, de verdad, yo lloré demasiado! Las Albas son desoladoras toda luna es atroz y todo sol amargo El acre amor me ha hinchado de torpezas embriagadoras Oh que mi quilla estalle! ¡Oh que yo me hunda en la mar Si yo deseo un agua de Europa, es el charco negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado un niño en cuclillas colmado de tristezas, suelta un barco frágil como una mariposa de mayo Yo no puedo más, bañado por vuestras languideces, oh olas arrancar su estela a los portadores de algodones ni atravesar el orgullo de las banderas y estandartes ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones