Ante tanto ruido, el silencio es hablar. Ya lo ha decidido: no se va a meter. Su cuerpo dormido ya no quiere ser un sueño nomás. Ese rumbo delante, no es rumbo detrás; es ruido constante quien manda esta vez. El fuego te quema, anque no lo ves, y corre nomás. De los que pierden con sólo empezar, de los que, cansados, no quieren correr. Detrás de las pieles empieza a crecer un cuerpo nomás. Corre un tonto corazón, corre tras una ilusión. Subiendo a una cima más baja que el mar, ya lo ha decidido: no va a volver. Detrás de las pieles empieza a crecer un cuerpo nomás. Y estalló un corazón desangrado de ser, casi sin luz. Corrió solo, solo, solo...