Naciste en el suburbio y entre tangos dormilones, enredaron corazones tus vestidos de percal. Y al compás del organito que tangueaba en las orillas, bailaban en zapatillas los tauras del arrabal. Ya no adornan tu cabeza esas rosas encarnadas, no hay zapatillas bordadas ni leones a la francesa. Hoy en traje de soiree en las sombras de la noche, te lleva un auto o un coche al lujoso cabaret. Y allí te encuentras bien, porque te llenan de ventura y placer, mas nunca encontraras amor, y al suburbio has de volver. Perdieron todo el encanto tus alegres carcajadas, tus cortes y tus quebradas ya no son del arrabal. Y aunque vivas entre el lujo tu vida triste se esfuma como la débil espuma de tu copa de champán. Flor genuina de arrabal, los que quieran alejarte no podrán desalojarte de la musa popular. Que aunque nacida en el fango nadie te quita la palma, llevas metida en el alma una milonga y un tango.