Por la calle va arrastrando su macilenta figura la que antes, por su hermosura, fue reina de cabaret. Por quien los tauras de entonces más de una vez se trenzaron y a cuchillos disputaron sus gracias y su altivez. Y al cabaret todas las noches va pero ya no la dejan más entrar y la que fue la reina del amor hoy sólo es reflejo del dolor. Su vida fue como una débil flor que todo su perfume dio al amor sus ojos ya no tienen la expresión cuando al mirar hablaba el corazón. Donde todas se divierten tiene prohibida la entrada y toda la muchachada la mira con compasión. Y ella, al oír desde lejos, la desbordante alegría su alma siente más fría y llora su corazón.