Pobre enfermita, candorosa y suave de talle muy frágil y porte gentil. Grandes ojeras rodeaban sus ojos, cubría su rostro sombrío matiz y triste mueca de dolor amargo sus labios formaban para sonreír. Iba a la iglesia a rezar con tan sentida pasión, que una extraña sensación sentí al verla pasar, y la amé en su dolor. Inclinado ante el altar, con ardiente frenesí a la virgen la pedí no la fuera a llevar mas la virgen no escuchó. Nunca jamás olvidaré que ella fue mi único amor, porque la quise con toda mi alma. Y desde que se miraron nuestros ojos se dijeron lo que los labios callaron y nuestras almas se unieron. Pobre enfermita, candorosa y suave que pronto me abandonó. Pobre enfermita que se fue a las sierras, buscando un poquito de aire y de sol. Que amargo fue para ella el destino que pocos momentos de amor disfrutó. Pobre enfermita, fue en busca de vida, y en vez de la vida la muerte encontró.