Poco fue lo que quedó
de su boca carmesí:
una foto en Salvador, 
tres deseos de Bonfim
que el invierno desató.
Un verso sin terminar
en aquel cuarto de hotel,
no paraba de girar 
la tristeza en portugués,
diez días de carnaval.

Cruzando Avenida Italia,
haciendo dedo hasta el Chuy,
mostrando el sello en la aduana,
diecinueve sin cumplir.

Y ella que le preguntaba
dónde quedaba Uruguay,
ella bailaba y bailaba
y se reía al hablar,
su acento lo desarmaba.

En la ventana sonando
el febrero de Brasil,
entrando en la madrugada
él la miraba dormir
y apenas acreditaba.

Juntaba plata en invierno,
soñaba con el Edén,
escuchaba a Joao Gilberto
y sólo pensaba en volver.

Garroneaba todo el año
para el Itapemirim,
y velaba en el armario
trofeos del Paraíso.