No me habléis de una tristeza, la llegada del invierno, creéis que es el final cuando nada puede nublar ni los sueños que habéis soñado, ni una esperanza olvidada, y me decís que queréis quedaros conmigo que queréis ser mis amigos y os preguntáis: ¿Dónde vamos? ¿Dónde hay un verso, una razón? Y no podéis aceptar que es tiempo de volver a empezar, de ser tan claros como los niños, de querernos, porque no somos unos extraños. Yo tengo las flores y los niños para hermanos y hermanas, su sonrisa ancha y sincera alegra un día lluvioso. Como la música suave de una tarde cerca del mar, son promesas de un futuro que se volverán realidad. Cuando se hunden las ciudades y hemos desertado de ser libres, el sol se pone pronto y sientes frío, y te sientes cansado. Está escrito en los desiertos y en el corazón de todos los hombres, en las manos y en los pensamientos de los que se hacen como los niños. Sólo los que se hacen como ellos reencontrarán la libertad. Yo tengo las flores y los niños para hermanos y hermanas, su sonrisa ancha y sincera alegra un día lluvioso. Como la música suave de una tarde cerca del mar, son promesas de un futuro que se volverán realidad.