Malasangre se escapó al doblar la esquina. Le abrió su capa la noche y le escondió. Y con los ojos colorados, la vecina del entresuelo amaneció. ...y no ha de buscarte más solloza y jura sentadita en el cubo de la basura. Aún piensa que el rocío y la barriga hueca te dirán por dónde volver. Que cruzarás la calle empujarás la puerta y buscarás algo de comer. Que mancharás la alfombra bajarás los ojos y te irás a esconder a un rincón afligido... Malasangre consentido. Mala sangre, dice, que anda por tus venas... ...«Fíjese usted que no es la primera vez». ...«Que se alborota con calor y luna llena». ...«Que se desespera y tras cualquiera echa a correr». Mala sangre que te salva, perro ingrato, de que te dio cariño, cobijo y plato, y te entregó su casa, sus noches de invierno y su calor de buena mujer. Convirtió en caricias tus lamidos lerdos y te enseñó el hocico a mover. Muchas son las deudas perro callejero. Cualquier día no vas a ser bienvenido. Malasangre consentido. Qué alegría la del sol cuando te vea festejando con el día sin bozal y sin correa. Y no vuelvas a rondar esa escalera que en cualquier momento puede suceder, que te dejen de un mal golpe de tijeras sin atributos para ejercer. Y uno menos a sembrar de hijos la tierra... Y hay tantas calles, tanto sol y tanta perra necesitando marido, Malasangre consentido, Malasangre consentido.