Déme su voz, déme su mano, deje la puerta abierta que busco amparo. Racimos de tentaciones quieren cambiar mi destino, como perros juguetones se cruzan en mi camino. ¿De quién me voy a cuidar si la vida se me arranca en medio de nubarrones que aprisionan mi garganta? Me cuido de las miradas, de las palabras ingratas, de los malos pensamientos que se cruzan como lanzas. No quiero mirar el sol si brilla con insolencia cuando la lluvia acaricia con infinita paciencia. Leyendas de encantamientos construyen los elementos que se enredan por mi pena cual doloroso concierto. En medio de estos abismos brilló una luz de improviso que deslizó por mis venas las llaves del paraíso. Paloma de incertidumbre, estabas acostumbrada a gozar con los temores de un alma desamparada. Claveles multicolores, fragancias del alhelí florecerán para mí a cambio de mis dolores.