Nieva y nieva y el desván está vacío. Sólo queda un cartelito de "Se vende" que me duele como el tiempo. No hay ni un mueble en esta azul melancolía, pero ayer tampoco había más que el cielo de una cama que era el suelo. Te subí de tul vestida con mi traje tan prestado. Si reír fue la bebida, se embriagó el amor diez años. Pero un día por un chiste mal contado, los compinches, en dos bandos, desataron la revancha y la soberbia. Y este cálido desván plumón de nido, me vio vuelto un asesino, me golpeaste, nos cubrimos con afrentas. Y en aquella escribanía fue un fangal nuestra poesía. Cada cual fraguó testigos. Cada amigo fue enemigo. Cada insulto fue asentado. Y el desván fue malvendido y el dinero repartido y el olvido fue un candado. Nieva y nieva, y sin saber por qué he venido, en los vidrios ateridos vi tu rostro reflejado, desolado, blanco y breve. Debe ser que te he adorado. O será, tal vez, la nieve. O será que estoy llorando.