Vistiendo galas de cambronas y percales, forzando cortes de media luna, naciste un día en un ranchito de Corrales, detrás de un cerco de yuyos y tuna. Te vi cantando sobre palcos de glorieta y por Chiclana te llevaba el organito y al fin Contursi que fue tu poeta lloró por Griseta, Manón y Esther. Muchas penas han llovido sobre las chapas de tu vida vieja y tu silencio se tragó las quejas y tu recuerdo se quedó sin voz. Tango de antes, te has callado para no hablar del pasado, para no ser sentimental ni recordar el tiempo aquel que se ha quedado detrás de tu arrabal. No morirás aunque enmudezcas altanero mientras te silben en las esquinas las muchachadas de Palermo y Mataderos, Parque Patricios y Puente Alsina. Y volverás a renacer en cada noche con cada luna que se asoma a los tapiales, bañando en plata cambronas y percales, lo mismo que entonces, igual que ayer.