Suena el fueye, la luz está sobrando. Se hace noche en la pista y sin querer las sombras se arrinconan, evocando a Griseta, a Malena, a Maria Ester. Las sombras que a la pista trajo el tango me obligan a evocarla a mi también. Bailemos que me duele estar soñando con el brillo de su traje de satén. ¿Quién pena en el violín? ¿Qué voz sentimental cansada de sufrir se ha puesto a sollozar así? Tal vez será tu voz, aquella que una vez de pronto se apagó. ¡Tal vez será mi alcohol, tal vez! Su voz no puede ser, su voz ya se durmió. ¡Tendrán que ser nomás fantasmas de mi alcohol! Como vos era pálida y lejana. Negro el pelo, los ojos verde gris. Y era también su boca entre la luz del alba una triste flor de carmín. Un día no llegó, quede esperando y luego me contaron su final. Por eso con la sombra de los tangos la recuerdo vanamente más y más!