Brilló tu pelo de cuarteador al sur de barracas viejo. Cartel y orgullo del corralón, frisón de cinchar parejo. Tordillo oscuro, tu corazón guapeó al vencer las barrancas cuando guapeando en tus ancas ¡vamos!... Gritaba el patrón. Quién no te vio repechar el lomo de las barrancas un temblor en cada hijar, clavados tus cabos blancos. O cargando campanillas sonoras sobre la cruz, atravesar las orillas cuando los corsos del sur. La moza aquella, las manos de ella, Juana Roldán... trenzó con amor tus crines. Al fin cansada, colgó el percal y ancló en los piringundines. Te ató en su chata la soledad, patrón y tungo en la mala, toda su felicidad. Ahora mordés el yuyal. Ahora mordés el yuyal, solo en la paz de los huecos. Ahora tu diente muerde el yuyal de los huecos, jagüel de charcos para tu sed, chapas de cielo en tu techo.