Yo soy bien de abajo y anduve a los tumbos cuerpeando la mala y al fin le gané. Me pesó en el lomo conservar el rumbo. Me costó mis golpes, pero no aflojé. Peleé por la luz que quisieron robarme y si perdí cosas, salvé lo mejor. Hoy tengo el orgullo de no doblegarme. De saber que nadie me vende un buzón. Por eso mi tango nació retobado. Porque me he cansado de ver aguantar. Cuando creo en alguien, me pongo a su lado. Y si estoy jugado no me vuelvo atrás. Y si es que mi vida la vivo a los saltos, tengo tanto asfalto, que caigo "parao". Soy sangre rebelde, muchacho de abajo. Yo creo en mis brazos, en lo que ellos dan. Y del lado izquierdo me caigo a pedazos, cuando unos ojazos me miran de más. Mi barrio y mi gente escuchan mi credo que a los barquinazos aprendí a cantar. Como un canto arisco, donde el sol que muerdo calienta mis labios para protestar.