Te llegué a querer mucho insospechadamente, ni yo mismo me explico tal modo de adorar. Y queriéndome tanto te me vas de repente. Te me vas sin que pueda tus besos alcanzar. ¡Cuánta desesperanza...! ¡Que vació tan profundo! Repicar de campanas en mi tarde mortal. Y todo el desconsuelo regado por el mundo parece que en mi alma se ha venido a congelar.