Y fue su amor, como una flor del infortunio; lo acaricié bajo la luz del plenilunio y junto a él me conmoví lleno de fe y hasta lloré... no sé por qué, pero lloré... Soñé un querer en su mirar, y sin embargo tan solo vi desilusión y nada más; mendrugo cruel que saboreé duro y amargo por el camino largo de la fatalidad. Falso gesto de piedad le vi esgrimir; pues viéndome sufrir besó mi faz mas sus labios, habituados a engañar como sus manos frías, me hicieron tiritar... En la nieve tan glacial en que me vi rodó mi corazón, como un balón y me entró como un deseo de morir, mas recordé a mi madre y no la quise afligir. ¡Cuánto luché con ése amor para ganarlo! ¡Misterio cruel que intento aún adivinarlo, pues yo, jamás logré sondear su corazón en el sentir y palpitar de su pasión!... ¡Qué iluso fui, cuando creí que no mentía aquél amor; que no era amor en realidad; sombría luz que al envolver la vida mía dispuso la agonía de mi felicidad.