Federico Silva

Amor de juguete

Federico Silva


Era un otoño gris,
pero tenía todavía
un pequeño resplandor.
Encendiste la brasa,
la brasa se hizo llama
y todo fue más fácil...
¡la llama se hizo amor!
Era una sola luz
que nos llamaba
a los dos, a los dos.

Me pusiste un "te quiero" en el pecho
y apretaste el gatillo después.
No pensando que un par de palabras
son un arma que puede doler.
Tu juguete, tu amor de juguete,
fue la trampa para el tallador.
¡Con un dado sin onces ni sietes,
ya ves, apostando, perdimos los dos!

Nunca pensé perder,
pero perdimos
tontamente,
el perfume y el color.
Y nos quedaron cosas
que ya no valen nada,
por ejemplo, el recuerdo...
por ejemplo, ¡mi amor!
Era una sola luz
que nos llamaba
a los dos, a los dos.