A veces irrumpes de improviso dejada a la voz de la imprudencia a pesar de saber que has estado aquí siempre. Y llegas con ese tacto frío de las lluvias de marzo, cada vez más reciente la forma en que te acercas, más largo cada paso hasta llegar a mí, porque todo comienza por ser más consabido. Y cuando el tiempo es malo, cuando nos pronostican el frío que ahora duerme en la ventana, este saber de ti nos sirve de refugio, mientras crecen las manos prendidas de silencio, porque todo está dicho, porque no hay nada ya que importe y que no sepas, si no es esta conciencia de amor y de costumbre, si no es esta memoria que hoy nos pertenece.