Esta ciudad de huelga intermitente, sus avenidas largas como látigos, y plazas que recuerdan viejas citas y nombres que los tiempos han borrado. Esta ciudad con obras infinitas, con bosques de cemento amurallado, con lluvias de neón y agua bendita y muertos que descansan solitarios. Esta ciudad que sabe de nostalgias, de poderes, de guerras que han pasado, de copas, de bohemia, de la noche, de música y poemas entregados. Esta ciudad que baila con tu cuerpo a ritmo de boleros o de tangos, que sueña con tus labios, se emborracha y luego llora cuando te has marchado. Esta ciudad sin duda no es la nuestra, o tal vez se parezca demasiado.