Las penumbras infortunas En una tierra cegada Se retuercen en los mares del infierno. Almas que escucharon la desesperaciã³n De las palabras vivieron el exceso. Y ahora danzan en la punta del abismo Mantos de sombra cubriendo el ocaso Recobran despiadadas Las formas vitales Se entraã±an en la carne humana Es el vã³mito de dios al mundo. El expreso de nombre fugaz Se va al mediodia. Hora de la entrada a la dimensiã³n de la nada Abriendose la puerta a lo ordinario Donde el verdugo cercena unãsono Cada una de las almas perdidas