Acorralada en su portal,
se entregó apasionadamente a los besos
y arabescos de aquel misterioso árabe
que había conocido, algunas horas antes,
en el Bingo de la plaza de Manuel Becerra.
Y yo, desde el coche,
viéndolo todo.
Cookie Consent
This website uses cookies or similar technologies, to enhance your browsing experience and provide personalized recommendations. By continuing to use our website, you agree to our Privacy Policy