Comadre no le haga caso los hombres son como la veleta, arranque su vieja pena, nunca más llore por ese amor. Procure cerrar la herida que la traición en su pecho abriera. ¡Comadre, no le haga caso, no vale un hombre tanto dolor! También yo tuve los coquetos veinte abriles, también viví con igualitas ilusiones, también creí que porque llevaban pantalones fueran enteros y más de ley. Pero no valen ni siquiera una pitada, pues sus amores duran como un refucilo, y cuando lloran, lloran como el cocodrilo. ¡Hijos del diablo!... ¡Y mala grey! De entrada son muy mansitos, la cara ponen de mosca muerta, nos cuentan la eterna historia del casamiento y el metejón. Y cuando en el lazo estamos con sus promesas se hacen humo: comadre no le haga caso, no hay bicho malo como el varón.