Hoy que regresas, tu silbato y el invierno llama con voces sigilosas al ayer, tendré encendida la luz de tu recuerdo y desde el último andén te llamaré. ¡Bajate aquí!... bebe esta copa de ternura que entre tu ausencia y mi locura corre el tren. Corre el tren peregrino, por el viejo camino, más allá del dolor, más allá de tu amor, más allá del destino. Corre el tren peregrino por el largo camino, y en un sueño lejano vendrás a mi mano llenando el andén. Será lo mismo, puede ser, pero en las cosas hay una triste sensación de no sé qué. Las mismas lluvias de ayer, no dan más rosas. Los mismos cielos de ayer, no dan más fe. ¡Adiós... te vas!... Queda el saludo del pañuelo con que agitabas tu desvelo, desde el tren.