Un hilo de fuego en las sienes rompiendo las venas desciende, fundidos en la misma fiebre, secar hasta la última fuente, matando el amor, matando el amor, en lecho de amor y de muerte. Y luego un pitillo se enciende, silencio y ceniza en la mente. Los cuerpos domados retienen el peso ancestral de la nieve, matando el amor, matando el amor, en lecho de amor y de muerte. Penumbra en las carnes inertes, despiertos de cuerpo presente en lecho con forma de puente que va del amor a la muerte, matando el amor, matando el amor, en lecho de amor y de muerte.