Sobre tu nombre ascienden otros nombres que el honesto no quiere, por honesto. Cuesta morir a veces siendo Ernesto con un pecho soñado en otros hombres. Miré la foto tuya, el asesino te pone la sonrisa que no esperas, y la muerte esperada no es de veras cuando hay silencio cómplice, un testigo. Miré tu barba, el ojo derrotado sobre el hombro gritando haber perdido, la selva que no quiere enarbolar. Te mataron, te matan, respirar. Tu nombre visionario, empedernido, es la muerte total de haber pasado.